jueves, 28 de enero de 2010

Recuperar lo que nos pertenece por derecho propio.

   Corre el año 1876 en Europa. El joven tiene veinticuatro años. Su mente esta llena de desordenadas imganes saturadas de color y significado, ve la  misma realidad que todos ven, pero la describe diferente a como todos la describen. En su forma de vestirse, de comunicarse y de actuar, ese muchacho es diferente a los demás. Tiene una expresión diferente. Definitivamente no es como todos.

  Él ha aprendido a reconocer la pasión que tiene por la pintura. Haber nacido n una casa de pastores no ha ayudado. Su padre, un pastor protestante, no comprende mucho a los artistas, pro hay familiares que sí y lo animan a desarrollar el artífice que lleva adentro.

 Siendo hijo de pastor, siente la común y absurda presión de la iglesia, de continuar con la tradición familiar. Aunque vivía en holanda, decide irse como evangelista y pastor a unos campos mineros cerca de Londres. Todos esperan a un "pastor", no a un pintor. Su estilo de vida bohemio y soñador no es lo que la gente espera de un pintor. Aunque l rey David era poeta, músico y medio loco, a este otro le permitían poco.

 Trabajó entre los pobres, predicando y enseñando, en su mente el seguía pintando. Miraba el cielo y pensaba: "La noche tiene más riqueza de color y está más viva que el mismo día". Caminaba fuera del pueblo cuando podía. Lo observaba de lejos. Todo apuntaba al cielo. La montaña. La cúpula delgada de la iglesia. Los siembre oscuros y verdes ciprés. La gente lo miraba y decía: "el predicador esta loco. Se la pasa en la colina viendo al horizonte. Es raro".

 Su primer sermón en ese pueblo lo basó en el Salmo 119:19 "Forastero soy yo en la tierra; no cubras de mí tus mandamientos". Y se centró en el tema: "no soy de aquí". A los feligreses les pareció bien el sermón, no sabiendo lo que significaba para el predicador. Sin embargo, él sabía lo que era ser "extranjero". Sabía lo que era sentirse solo y aislado. N no comprendido. S i alguien sentía que no pertenecía a un mundo que todo lo miraba igual, era él.

 La lucha continua, los sencillos feligreses no podían reconciliar la personalidad excéntrica de un artista con el concepto tradicional de un pastor. Entonces, no siendo muy bien aceptado, nuestro colorido y flemático bohemio regresa a su casa en Holanda. Pensando que no fue efectivo en el pueblo minero por falta de entrenamiento, el apasionado pintor se inscribe en el seminario teológico para poder prepararse mejor para "el ministerio".

 "Necesito que alguien me enseñe como servir a Dios", se repetía, deduciendo que solo había una forma de "servir a Dios". Oraba: "Llevo una voz por dentro que tiene algo que decir, Señor, quiero hablar". Pero ¿quien iba a comprender a un joven pintor para quien el color era un lenguaje y el lienzo una voz?

  En el seminario corre la misma suerte, no le dan valor por que no tiene el talento de "hablar y predicar". Lo que no ven es el maravilloso talento que tiene de pintar la impresión que le causa el mundo alrededor. No tenían cabida para esta mente creativa. Se retira del seminario con un profundo sentimiento de frustración. Cansado, ya no lucha por darse a entender. Lo derrota su misma intensidad. Intensidad latente que puede ser vista y sentida en sus pinturas.

 Él no podía servir a Dios, no era apóstol, no era profeta ni evangelista. No era pastor ni ministro. No, no era nada de esto, al menos no en la forma tradicional. Era un simple artista con ojos de poeta, con corazón de soñador y con voz de pincel.

 De esa forma, la jerarquía eclesiástica mandaba: "Así no se puede servir a Dios. Puedes adornar la iglesia, pero no puedes adorar".

 Ese era l pensamiento convencional de la época, muy parecido al nuestro: si quería servir a Dios, tenia que estudiar Teología. Como artista no podía. Tenia que ser predicador. Nadie l dijo que la pintura es una voz que muchas veces habla mas fuerte que la predicación, la enseñanza y la canción. 

 Y esta voz con trazos de color dejó de predicar y se quedó pintando en el desierto. En el desierto de la cultura bohemia y artística. Ciento cincuenta años después, muchas de las pinturas de este fracasado predicador, Vincent van Gogh, nos predican.



                                                          "La generación emergente" Júnior Zapata.



Van Gogh "starry night"
  El mensaje es dejar que Toda la creación alabe el nombre de Dios, con danza, con cánticos, con poesía, con arte, con locuras pues estoy seguro que ÉL si se agrada de estas cosas, como en la Biblia hay muchos artitas, así faltan en este tiempo dentro de la iglesia, porque el arte se concentró en el mundo.

  "Los artitas cristianos no tienen porque sentirse enemigos de la fantasía y la imaginación... El cristiano es la persona verdaderamente libre y su imaginación debe volar más allá de las estrellas"   Francis Schaeffer.



  ****Este trozo del libro lo leí e inmediatamente vino a mi mente Viky, de quien pienso,  tiene mente de artista, espíritu de artista y alma de artista. Pero por la forma en que esta construida esta sociedad (dentro y fuera de la iglesia) ella terminara estudiando leyes, ingeniería o alguna otra cosa sin valor... para lo que en realidad esta en su corazón, el arte****