miércoles, 11 de septiembre de 2013

Mi vida Chilena


 Recuerdos de un Grande


"El Pastor miró fijamente al presidente Lagos con su único ojo vidente -justamente el izquierdo- y le dijo que la memoria no aguanta un punto final ni un borrón y cuenta nueva y que él, como alemán, lo ha comprobado..."  LUCIA SEPULVEDA RUIZ










"El obispo luterano Helmut Frenz, co-fundador del Comité Pro Paz, retorna por segunda vez a Chile luego de su expulsión por la dictadura en 1975. Sus palabras, cargadas de verdad, han venido a romper un silencio de trece años sobre un crimen de la dictadura ignorado por el Informe Rettig y la Concertación." LUCIA SEPULVEDA RUIZ



"Sencillo, delgado, de paso rápido y aspecto engañosamente frágil, Frenz tiene respuestas directas para todo. Pero confiesa no saber qué decir cuando una madre lo abraza en la calle, agradeciéndole haber salvado la vida de su hijo."

"En el Parque por la Paz, luego de salir del lugar de tortura conocido como “La torre”, Helmut Frenz exclamó con voz ahogada: “No dejen de luchar, no dejen de luchar”".

"El 8 de mayo del 70, un día de frío y lluvia, murieron dos niños y vi que había que hacer algo. Ese fue el punto de cambio de mi nacionalidad. Tuve que tomar una posición. Mi trabajo era partidista, porque tomó el partido de los que tuvieron que luchar hasta la elección de Allende. Yo nunca había leído siquiera el Manifiesto Comunista. Pero sí el Nuevo Testamento y el ejemplo del Buen Samaritano”. LUCIA SEPULVEDA RUIZ







"Debo confiar en mis ojos, y admitir que no soy miembro de un partido político pero sí del partido más grande, el partido de los pobres, de los oprimidos, los torturados y los que padecen las consecuencias de una situación injusta. "LUCIA SEPULVEDA RUIZ

“Para mí es importante decirle que sí, porque normalmente el público no se da cuenta que yo, en primer lugar, soy un cristiano. Mis argumentos se basan en la Biblia. El cristiano no puede ser apolítico porque el Evangelio también es muy político. Por supuesto, no quiero ser considerado un politiquero. Mi base es otra”. LUCIA SEPULVEDA RUIZ






¿Por qué vino a Chile? 
“Mi esposa y yo dejamos Alemania porque habíamos oído hablar de los problemas del Tercer Mundo. Escogimos Chile por nuestros cuatro niños, porque en Argentina, Brasil o Paraguay tendríamos que haber ido a parroquias rurales y no queríamos mandarlos a escuelas lejanas. Fui destinado a Concepción, a la Deutsche Evangelische Kirche. Mi antecesor había desempeñado el cargo 35 años y era miembro del partido fascista dentro de la colonia alemana. Recibí de él una herencia muy pesada. 

Todo el culto se hacía en alemán. Sólo sabíamos latín y nada de castellano. Me di cuenta que había llegado a un lugar que no tenía nada de Tercer Mundo: era el ghetto alemán. Era muy chocante, en el centro estaban sus negocios... Una vez me tocó una ceremonia nupcial. El templo estaba repleto, hacía mucho calor. Mientras leía el sermón vi avanzar a mi perro salchicha que mordió la cola del vestido de la novia. Terminé de leer muy rápido y fui a sacar a mi perro. Las mujeres se pusieron a gritar... Después de eso, me tomé seis meses para aprender español en la escuela de teología en Buenos Aires. A partir de mi regreso la misa se hizo en castellano. Así empezó a llegar otro tipo de gente a la parroquia y eso generó un choque en la asamblea general. Había una madre que decía que enseñar el Padre Nuestro en castellano era echarle perlas a los puercos. Así fue como salí del ghetto”. LUCIA SEPULVEDA RUIZ





“La iglesia luterana recién comenzaba a ser autónoma, y era primera vez que el sínodo elegía obispo. Yo era el teólogo y experto dentro de la iglesia. Ya me decían ‘pastor rojo’, por el campamento Lenin. En el campamento se requería atención de médicos; entonces hablé con el MIR, porque la Facultad de Medicina estaba en sus manos. Conocí a Miguel Enríquez, también a Pascal Allende.
El sínodo de la iglesia luterana fue un mes después de la elección del presidente Allende. Todos sabían el rumbo que tomaría Chile. Eramos tres candidatos. Yo era el más joven y era considerado izquierdista. Gané en la tercera vuelta. Nadie tuvo explicación para eso, yo tampoco. Cuando estoy muy ‘piadoso’ pienso que fue obra del Espíritu Santo. O quizás pensaron que si Chile iba a tener un presidente rojo, la iglesia debía tener un obispo igual”.

“Lo que más me ha golpeado en la vida fue mi expulsión de Chile. A mí no me interesaba hacer carrera en la iglesia ni en política. Se habían publicado en los diarios unas 600 firmas de feligreses solicitando que me fuera. Por eso, un periodista le preguntó a Pinochet cuándo me iba a expulsar, y él dijo: ‘Nosotros no nos mezclamos con las cosas de la iglesia’. Y yo le creí. Decidí ir a Ginebra a dejar mi informe. Ya tenía una nueva familia cristiana con un grupo de sacerdotes, monjas y laicos. El decreto de expulsión lo firmó el general César Benavides, entonces ministro del Interior."

"Allende al asumir dijo ‘yo no soy presidente sólo de los católicos sino de los evangélicos también’. Por eso, el 71 se hizo el primer Tédeum Ecuménico. 
Mis feligreses me atacaron. Bruno Siebert, jefe de la Dina Metropolitana era miembro de mi congregación. Yo les decía: ‘escuchen el ejemplo del buen samaritano. Debemos ayudar’. Así comenzó, así llegué a ser ‘obispo rojo’. "

"Fui miembro del Movimiento Cristianos por el Socialismo, que en Alemania existe aún. Me di cuenta que la política de Salvador Allende tenía muchos aspectos humanos. ¿Por qué nadie se atreve a mencionar a Allende hoy? Yo lucho contra ese gran olvido. ¿Por qué hubo tantos miles de asesinados y torturados, desaparecidos y ejecutados? Porque trataron de realizar el sueño de una sociedad donde cada niño recibiera su medio litro de leche diario, donde todos tuvieran acceso al sistema de salud y una educación adecuada... Todos estos días he dicho que no se puede matar la memoria." LUCIA SEPULVEDA RUIZ


"Gracias a él estoy vivo"

El actor y profesor chileno Rubén Ruiz fue uno de los cientos de salvados por Frenz. "Gracias a él estoy vivo. Tras ser detenido y maltratado por los militares en Chile, me dejaron salir sólo para seguirme y así detener a mis amigos. Me di cuenta del truco y me pusieron en contacto con Frenz. Él me escondió en una enorme casa de un barrio acaudalado de Santiago, donde compartí con otras 50 personas. Me tocó dormir en la cocina. Luego me ayudó a entrar a la embajada de Alemania Federal", recuerda Ruiz.
Una vez allí, esperó un mes antes de por fin ser sacado del país. "La última vez que lo vi fue hace unos cuatro años. Hace poco lo llamé a la clínica donde estaba internado, muy enfermo. En el pasado nos encontramos varias veces. Una de ellas nos reunimos en Düsseldorf y estuvimos casi toda la noche conversando. Esa vez le dije 'tú me salvaste la vida'. Él no se acordaba, había ayudado a tanta gente. Y me respondió 'si estabas en peligro yo no te iba a dejar morir'. Era muy noble".


Fuente:
 Revista Punto Final, http://www.puntofinal.cl/547/frenz.htm



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